Dos pastiches proustianos - Llorenç Villalonga

Presentación de José Carlos Llop - Narrativas hispánicas Anagrama

Hace poco más de un siglo que nació el escritor Llorenç Villalonga. La biblioteca del Círculo del Buen Retiro —el casino de la clase acomodada de Palma, su ciudad natal— puso en sus manos a los prosistas del Gran Siglo, al Círculo de Coppet, a Chateaubriand, Stendhal, Anatole France —por el que sintió una especial predilección—, Flaubert y cómo no podía ser menos, a Marcel Proust.

No es raro, pues, que en la obra de Villalonga la huella francesa siempre esté presente, ya sea en la marca de fábrica y en el sello, como una fascinación que le da las claves para interpretar el mundo. Lo está en sus grandes novelas y, sobre todo, en algunos cuentos, que son un claro reflejo de las grandes épocas de la literatura europea, con escala obligada en París.

«Memorias de un espejo», «Julieta Récamier», «Óleum Sacrum Mille» y, en especial, los relatos de Dos pastiches proustianos —Marcel Proust intenta vender un De Dion-Bouton— son una buena muestra de esa fascinación.

Anagrama los publicó por vez primera, en 1971, cuando se cumplía un siglo del nacimiento de Marcel Proust. En su introducción, reeditada en esta nueva edición, Villalonga escribió: «Pretendo no haber exagerado ni dislocado gran cosa en estos dos pastiches de Marcel Proust. He admirado al genial escritor, cuyo natalicio se conmemora en este año de 1971, arranca de mis tiempos de estudiante.»

Como señala José Carlos Llop en su prólogo: «Aquella inteligencia lúcida, imbricada de realidad y fantasía, aquella sensibilidad dubitativa, casi enfermiza, compleja, llena de matices, me deslumbraron vivamente.»

De ahí su voluntad de emulación proustiana, pues como le sucedió al barón de Charlus en la Recherche du temps perdu al mismo Proust: «Las imitaciones no son sino un exceso de admiración.»

Editorial: Anagrama - Narrativas hispánicas

Consejo para el conocedor literario: Este no es un libro para cualquiera, y eso es precisamente su mayor virtud. Si has leído a Proust, si comprendes la sofisticación de la literatura europea del Gran Siglo, si aprecias el arte del pastiche como homenaje culto, entonces este libro te está esperando. Villalonga no imita por capricho, sino por admiración profunda y conocimiento exhaustivo. Es una obra para paladares refinados, para quienes entienden que la verdadera literatura dialoga con sus maestros. Perfecto para el lector que disfruta descubriendo referencias, guiños literarios y la maestría técnica de recrear un estilo. Una pieza de colección para bibliófilos exigentes.